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El alfil

Jun 29, 2021 | 2 Comentarios

No sé si es algo consustancial a mi personalidad o a la de los escritores pero tiendo a identificarme más con los derrotados que con los triunfadores. Así que, tras la fabulosa victoria de España contra Croacia, hoy no me estoy acordando tanto de los que, hasta el día de ayer, eran mis dos adalides vitales (Luis Enrique y Álvaro Morata) sino de un jugador de esos capaces de mover a todo un equipo a su antojo y cambiar el rumbo en partido en silencio. Uno de esos centrocampistas capaces de convertir un campo de fútbol en uno de fútbol sala y dar sentido a cada jugada. Dotarle un contenido secreto. Me refiero, por supuesto, a Luka Módric. Un centrocampista cuya presencia (tal vez porque no es ni alto ni musculoso) apenas se nota en principio en el campo pero cuya influencia en el desarrollo de cada partido acostumbra a ser superlativa. Muchas veces me ha asombrado tomar conciencia de que cuando él se encuentra en el césped, hay dos partidos. El que enfrenta a dos equipos y el que juega Módric por su cuenta que suele ganar por cierto el mediocampista croata.

En otras palabras, cuando Luka está en el campo, como espectador estoy seguro de que o bien el encuentro se terminará jugando al ritmo que él marca o, si no es asi, que habrá fases decisivas en las que él sea quien tome el mando y marque los tiempos. Algo que sólo logran los futbolistas superdotados, como es el caso del croata. Cuya cabeza e inteligencia táctica creo que superan a sus habilidades técnicas. De hecho, eso es algo que siempre he admirado de él. Que más que jugar al fútbol, parece que lo está haciendo al ajedrez. Dando pases como quien mueve peones, asistencias como quien desplaza la torre y hace jaque al rey y marcando goles que sorprenden no tanto por su espectacularidad sino porque pareciera que los hubiera planificado y los tuviera pensado desde mucho antes. No parecen fruto del azar sino de una meticulosa estrategia. Fruto de la mente y no tanto del físico.

La clave (o, mejor dicho, la llave secreta) del Madrid de Zidane (y también del de Ancelotti y Mourinho) era Luka. Un alfil aparentemente inofensivo que acababa dando más jaques mates que la reina o la torre. Un jugador que mezcla cartesianismo y anarquía armónicamente. Porque hay algo de obstinado y meticuloso en él, pero también de rebelde (característica que pone de manifiesto perfectamente su media melena). Lo que lo hace imprevisible por momentos y, sobre todo, indescifrable. Todos sabemos en mayor o menor medida cómo se van a comportar determinados jugadores. Pero eso nunca ocurre con Módric. Entendemos que es un jugador peligrosísimo pero no se le ve venir. De hecho, ha logrado hacer de su espigado físico y su mediana (o pequeña) estatura, un arma. A veces parece que se esconde tras otros jugadores o incluso el balón, pero pocos (casi nadie en el fútbol moderno) lo mueven con tal precisión. Con tal mordiente e inteligencia.

Módric es un futbolista que podría aparecer en una novela de Vladimir Nabokov. Hay algo medieval en su forma de ser y jugar. Algo elegante y bello. Muchos de sus partidos son novelas tácticas. Hay que contemplarlos dos o tres veces para entender. Comprender sus movimientos. Por qué se desplazaba hacia un lugar u otro o daba un pase en vertical, al costado u horizontal. En él, todo tiene un sentido. Incluso los silencios y ausencias.

Módric ha sido lo que ni Gica Hagi ni Robert Prosinečki terminaron de ser. El mediocampista total procedente del Este. Sus capacidades técnicas tal vez no superen por separado a las del par de futbolistas citados, pero es probablemente el más completo de ellos tácticamente. Los supera a ambos. Porque Luka no es individualista. Entiende perfectamente el sentido colectivo del juego. Y si se la juega es porque debe hacerlo. Porque va a morder.

Hay futbolistas que son cracks. Goleadores. Juegan de maravilla. Pero se percibe que no entienden de fútbol. Yo al menos no hablaría de este deporte ni con Ronaldo Nazario ni con Christian Vieri. Lo haría sobre la vida en general, pero no sobre fútbol. Creo que Módric es lo contrario. Probablemente, en una conversación sobre balompié no dijera más que dos o tres frases. Pero esas pocas palabras las guardaría como un tesoro. Puesto que, en gran medida, entiendo que contendrían la esencia de este deporte. Shalam

الرفاهية هي فقر مصطنع

El lujo es pobreza artificial

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1ºimagen:….luca «moni» decia que se llamaba «modric» uno de los hijos del ex-central del madrid sergio ramos……es gracioso!!…………..
    2ºimagen:…..su cabeza, su mirada y el balon indican precision…….
    3ºimagen:….sabes en lo que me fijo, me fijo en la tilde de modric (en la camiseta) va en la c………
    PD:…..https://www.youtube.com/watch?v=ELlLIwhvknk…..for no one-1966-remastered 2009…….me fijo en «la placentera caza del zorro» ,en el organillo final y en las vocales exs del principio……..exacto……….

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  2. Alejandro Hermosilla

    1) ¡Vamos que podemos! 2) Matemáticas-ajedrez-fútbol-geometría. 3) Cierto esa tilde en la camiseta. La fotografía parece un escorzo renacentista. Una escultura griega en la que el portero es perseguido por serpientes y los dos escuderos no pueden hacer nada ante el sable arrojado por un pequeño guerrero.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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