Clown
0De hecho, el drama actual de los payasos radica probablemente en que sus bromas no aluden ni se refieren a personajes de prestigio o políticos sino a los propios payasos. Y, por tanto, sus actuaciones se han convertido en auténticas ceremonias del espanto: un ritual kafkiano donde, en el fondo, el público se carcajea constantemente de sí mismo. Se burla de su escasa capacidad de acción y celebra, en definitiva, su propia impotencia. Su imposibilidad de ejercer crítica o acción alguna contra un poder que nos sobrepasa total y absolutamente. Shalam
Regateo.