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Los lunes son especiales

Nov 22, 2021 | 2 Comentarios

Dejo a continuación un avería dedicado al hombre de la Schewppes; Bernard Le Coq. El cual recomiendo lógicamente leer escuchando el famoso «Every breath you take» de Police.  Ahí va.

Los lunes son especiales 

La de los españoles y la de los franceses ha sido una relación un poco tensa desde tiempos ancestrales. Un amigo aseguraba que cuando un español baila en un antro, un francés suele emitir una sonrisilla con la que generalmente demuestra sentir vergüenza ajena. Y cuando un francés cuenta un chiste, un español no sabe bien si le están advirtiendo que no apueste en bolsa o las normas de etiqueta para entrar a un Casino. 

Ciertamente, en los años 80, en mi barrio teníamos ídolos de diversas nacionalidades excepto de la francesa. A Michel Platini, por ejemplo, se le admiraba y temía pero, en ningún caso, se le amaba. Algo que también ocurría con el cine francés, del que la mayoría de niños preferíamos estar lo más lejos posible. Como muchos compatriotas quisieron estarlo de Napoleón en sus años de apogeo. Y los Borbones, sí, por supuesto, (así lo aseguraban varios descarados infantes a voz en grito), eran unos ladrones. Canción infantil que el tiempo ha demostrado ser absolutamente veraz. 

Sin embargo, como no hay odio que sea absoluto, de entre este cúmulo de resecas miradas de contrariedad llenas de rencor y cierta envidia al vecino rico y culto, se destacaban dos figuras que nos resultaban tan simpáticas a todos que eran prácticamente intocables: el mítico personaje de dibujos animados conocido como el inspector Gadget y, sí, el hombre de la Schewppes. 

Con el tiempo, hemos sabido que aquel atractivo, cómico y enigmático protagonista de tantos y tantos anuncios del refresco efervescente durante los años 80, era un excelente actor. Alguien que no desentonaba en el plató de un filme de Chabrol, Pialat o Tavernier. Pero, siendo sinceros, no creo que esto nos importe demasiado a quienes crecimos contemplando divertidos sus apariciones televisivas.

El hombre de la Schweppes era tanto una incógnita como un amigo. Alguien escurridizo pero familiar. Un personaje puramente moderno que nunca nos dejaba indiferentes. Lograba con su mera presencia, sus gafas y una media sonrisa picarona pero elegante que nuestro humor cambiara inmediatamente a mejor. ¿Cómo no hacerlo al contemplar alguien que era la viva imagen de la sutileza y la amabilidad? 

La publicidad en los 80 no era intrusiva ni hiperreal. Era tan juguetona como seductora. Y bastante mas franca que la actual. Quería venderte un producto pero a cambio te regalaba un sueño. Una actitud vital. Los publicistas sabían que no hacían arte. No tenían la obligación de complacer a un público exigente ni contentar a las élites y, por eso mismo, realizaban a veces productos más libres y logrados que los de muchos artistas. 

En el caso de la Schweppes, idearon una genial serie de anuncios protagonizados por el mismo personaje con el objetivo de conseguir hacer familiar y refrescante una bebida agria y un poco ácida que, en primera instancia, provocaba rechazo. Pero con el tiempo, se acababa volviendo adictiva. Como aquellos comerciales protagonizados por Le Coq. Un señor que, como si fuera un Wally antiguo, lograba que nos preguntásemos dónde estaba cuando dejábamos de verlo en nuestra televisión durante unas semanas. 

El hombre de la Schweppes parecía una actualización ochentera de Buster Keaton. Pero poseía, a su vez, la frescura de los héroes pop. Era alguien en fuga constante, parecido a un veloz pensamiento, que no desentonaba en ninguna parte: en una nave extratarrestre, un partido de baloncesto o una piscina de lujo. 

Su mirada era transparente. Parecía estar hecha de burbujas y agua carbonatada y conocer muchos secretos como, por ejemplo, la identidad secreta de Superman o la chica exacta que nos gustaba en la clase.

La virtud del hombre de la Schweppes radicaba en que supuestamente era un pesado pero no se hacía pesado. Era un ligón que no parecía un ligón. Alguien de clase alta con el que los miembros de cualquier clase social podían empatizar. Porque era un personaje hueco. Vacío. Se podía llenar con todas las ideas y pensamientos que deseáramos. En definitiva, era, sí, un personaje ambiguo más parecido a un dibujo animado que a alguien de carne y hueso. Pero, al mismo tiempo, lo veíamos sudar, seducir, silbar; era humano y eso lo hacía irresistible. 

El hombre de la Schweppes era puro techno pop. No vivía ni en el futuro ni en el pasado. Era puro presente. Una línea geométrica. Una burbuja. Un aperitivo. Era un instante. Así que igual que vino, se fue. Y ni nos dimos cuenta ni nadie lo recordó con nostalgia. Porque su función, creo, no era tanto marcar una época como enseñarnos a atravesar nuestra época de manera fugaz. Además, claro, de recordarnos que cualquier día podía ser especial. Tanto un lunes, por ejemplo, como un miércoles. Pues bastaba verlo aparecer en la pantalla para experimentar durante unos momentos lo que es la magia sin importar la fecha de la semana en que nos encontráramos. Logrando de paso que todos los refrescos remitieran a una Schweppes. Shalam

من يقفز في الفراغ لا يدين بأي تفسير لمن توقف ليرى

El que salta al vacío no le debe ninguna explicación a los que se paran a ver

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1ºimagen…se esta haciendo una pregunta y lo mismo le pregunta al espectador…..
    2ºimagen…..me confunde mi solapa a rayas……..
    3ºimagen……bailo una jota……y tú amigo miras con ojos golositos, con ojos golositos………
    4ºimagen……a tu salud…..
    5ºimagen……este donde este sigo bailando la jota……
    PD:……https://www.youtube.com/watch?v=45cYwDMibGo……come together..beatles..1969..guapa…(la primera de la cara A)……

    Responder
    • Alejandro Hermosilla

      1) La pregunta es ¿quién crees que soy? ¿Existo? ¿Sí o no? 2) Aquí se parece al escritor Marc Edouard Nabé de joven. 3) Fotograma tipo revista de Super Pop. Escenas de fotonovela. 4) Acá la Schweppes parece que anuncia un Martini. 5) Farándula ochentera. Sandy Marton: «People for Ibiza». PD: No conocía el vídeo pero es muy bueno. Fascinante.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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