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Democracia china

Oct 10, 2020 | 2 Comentarios

Todos sabemos que Chinese democracy fue mucho más que un disco. Su devastador, intenso y larguísimo proceso de producción daría para unos cuantos libros muy jugosos. Uno dedicado a recopilar los testimonios de quienes se vieron involucrados en su grabación. Otro que pusiera orden a todos los acontecimientos que se sucedieron en la vida de Axl Rose y los gunners desde que se comenzó a hablar de él. Y, finalmente, uno en el que se aunaran las opiniones de los fans durante la interminable espera y las sensaciones que tuvieron al escucharlo. Dejo a continuación las mías.

        Democracia china

Yo soy de los que aman Chinese democracy pero con reservas. El álbum tardó tanto en salir que, para finales del 2008, ya me había olvidado completamente de Axl Rose y sus neuras. De hecho, no le presté ninguna atención cuando apareció. Me encontraba viviendo una inmensa experiencia en México y estaba totalmente desconectado de esos nuevos Gunners cuyo concierto me negué a ver aunque tocaron a menos de diez kilómetros de mi casa en el D.F.

Siendo sinceros, no esperaba nada de aquel disco. Me daba absolutamente igual si era bueno o malo. Creía de hecho que sería el mayor bluff de la historia. Y por eso ni leí una sola crítica (bueno; tal vez una o dos de refilón) ni lo escuché sino hasta cuatro años después. Exactamente, en febrero de 2012. Una mañana en la que corría por la orilla de la playa recordé que aquella quimera existía y decidí probar. En realidad, esperaba tal cochambre sonora que debo reconocer que no sólo me gustaron sino que me asombraron algunos de esos temas que provocan tantos recelos en los fans clásicos de Axl como «Shackler’s Revenge», «Chinese democracy» o «If the world». De hecho, los únicos que no me terminaron de convencer -y siguen sin capturarme del todo- fueron «Scraped» y «Riad N’The Bedouins». En verdad, lo que había imaginado hasta aquel momento era una obra plagada de disformes composiciones como las recién citadas. Y, ciertamente, de haber seguido por esos derroteros, Chinese se hubiera convertido rápidamente en una curiosidad narcisista a la que habría prestado atención en dos o tres ocasiones y habría dejado arrinconada para siempre. Pero cuando escuché «Streets of dream», «Better», «Madagascar», «This I love» o «Catcher in the rye», literalmente, volé. Ahí estaba el espíritu de los Illusions. Ahí estaba de nuevo esa deliciosa mezcla de baladas, rock chulesco de los 70, A.O.R. combinado con heroína, actitud punk, locura salvaje, calle y megalomanía. A lo que había que añadir -obvio- el toque industrial y Nu Metal; la inclusión de  tecnología infecciosa; ese desquiciado sonido a mitad de camino de un disco de Tool y el ruido producido por un Terminator al moverse que, a mi juicio, añadía una paleta más de color a los excéntricos lienzos de Axl. La hacía más rica sin empañarla en absoluto.

Soy también de los que piensan que la sobreproducción del disco no le ha perjudicado tanto como se ha dicho. Mas bien, le ha beneficiado. Sé que en su momento debió parecer ampulosa, excesivamente artificial y barroca, pero han pasado ya diez años desde que apareció y, gracias a ella, Chinese sigue sonando tremendamente actual. Obviamente, no es tan real, viva y urgente como la de Apettite, pero teniendo en cuenta que Chinese fue planteado como un disco vanguardista (y no de supervivencia) creo que, de momento, está cumpliendo su objetivo: lograr atravesar el tiempo muy bien. Obviamente, no justifico los años que Axl estuvo grabándolo pero sí que entiendo que era necesario ajustar lo más posible todas las tuercas para lograr aquello que intentó crear (otra cosa es que lo consiguiera completamente): música que pudieran sintonizar los marcianos en caso de desear saber qué era el hard rock del siglo XXI. Odas instantáneas pero futuristas; aguerridas y cerebrales; sentimentales y abstractas; frías pero también cálidas. Una obra, en definitiva, que significara un antes y un después en el rock americano y que pudiera mirar de frente y con orgullo tanto a Ministry o Pantera como a Boston y The Eagles. Una ambición excesiva pero en parte lógica, teniendo en cuenta que con Appetite y los Illusions, había atravesado los ojos de los Stones, Sex Pistols, Chuck Berry, Queen, Elton John o Hanoi Rocks.

En realidad, el gran problema de Chinese es que debía haber sido el décimo disco en estudio (y no el cuarto o quinto) de Guns N’ Roses. Y que, por supuesto, jamás debería haber salido bajo el nombre de la banda. Todos sabemos que en la trayectoria de, por ejemplo, los Stones o The Beatles hay Lps que pertenecen más a un componente que a otro y no ocurre nada. En el caso de que los gunners no se hubieran disuelto, Chinese, obviamente, habría sido considerada una obra inducida por Axl del mismo modo que entendemos que Exile on main street pertenece a Richards. Supongo que contrastaría un poco con otros álbumes impulsados por Slash, Izzy o Duff (con los que ahora mismo ya sólo podemos soñar) pero, al mismo tiempo, se complementara con ellos. A muchos fans les habría encantado ese giro y a otros menos; algunos lo considerarían una anécdota y otros una exquisitez; pero la mayoría habrían entendido la necesidad de los gunners de seguir experimentando y creciendo y no habría habido demasiado revuelo más allá de alguna polémica puntual. Sin embargo, la ambición y neuras personales de Axl nos condujeron al límite y no nos dieron más opción que considerar a su creación una descomunal obra maestra o un bodrio. Yo en concreto -repito- no fui capaz de escucharla hasta 2012. Pero, a día de hoy, me acerco más a considerarla imprescindible que desechable. Siempre que la pincho me alegra el día y creo que ha sonado en mi tocadiscos en la última década en bastantes más ocasiones que Apettite y los Illusions. Me parece, sí, una jodida delicia. El reflejo tanto de un loco sensible y visceral como de un genio obsesivo e insoportable. La viva imagen del peligroso y esquizofrénico siglo XXI. Una banda sonora perfecta para ilustrar los angustiosos y cambiantes estado de ánimo del actual Occidente ante el exceso de tecnología, epidemias, crisis económicas, desfases bélicos, la corrupción generalizada o los incontenibles avances del más que probable futuro rey del mundo: China. Shalam

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Si el amor es ciego, cómprate un bastón

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1ºimagen:…directamente «canastera» de camaron y p.lucia…..https://www.youtube.com/watch?v=FRiHihy0CH4
    2ºimagen:….anillo de obispo y zapatos rojos made in mexico (maxima calidad)……..
    3ºimagen:….recuerdo que la mujer de weiwei se puso delante de la ciudad prohibida en la postura de la falda revolera de marilyn en «la tentacion vive arriba»(1955)……….
    4ºimagen:…..muchachos, no se como pero he triunfado……y entonces directamente «el amigo americano»1977
    ,wim wenders,novela de patricia highsmith……..que casualidad……la gran maestra de todas las cosas…..

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    • Mercader

      Enorme la canción canastera y muy adecuada para la primera imagen sin dudas. Sí. Esta semana todo ha vuelto a Patricia Highsmith. Dicho esto, el otro día en facebook estuve hablando con un compañero sobre la adaptación de El amigo americano y me comentó esto que creo te puede interesar: «Por lo visto Wenders deseaba muchísimo adaptar algo de Patricia Highsmith, pero cuando habló con ella resultó que los derechos de todas sus novelas estaban ya vendidos. Patricia le pasó los de «El Juego de Ripley» porque era el libro que estaba escribiendo en ese momento, aun no lo tenía terminado. Así que Wenders simplemente quería adaptarla, dándole igual lo adaptado. Y yo creo que eso también influye en que, al fin y al cabo, Wenders hiciera lo que le dio la gana, sin pensar en fidelidades perfectas, personajes que evolucionan según una saga (que al fin y al cabo es verdad que solo había aparecido entonces en dos novelas y había una gran evolución de una a otra), pero que al final todo eso le sirvió para desmarcarse y hacer lo suyo».

      Responder

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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