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Útero

Feb 4, 2022 | 2 Comentarios

Dejo a continuación un nuevo avería dedicado a In Utero; el disco de Nirvana. El cual recomiendo leer escuchando el salvaje primer tema que lo abre: «Serve the servants».

Útero

He de reconocer que cuando In Utero se publicó, no le presté mucha atención. Me gustaban Nirvana, sí, pero no tanto como para poder canalizar equilibradamente su invasiva presencia en todos los medios a raíz del éxito de Nevermind. Tampoco el suicidio de Kurt Cobain me hizo penetrar en este álbum con mayor profundidad. La sorpresa que me produjo este hecho unida a la continua sobreexposición del mártir rockero me hicieron seguir los trágicos acontecimientos con cierta distancia que me mantuvo lejos, a su vez, de In Utero. Me bastaba con escuchar alguno de los clásicos temas de la banda de Seattle de tanto en tanto para rendir homenaje al ángel caído.  

Todo cambió no obstante en agosto del 2004 cuando aterricé procedente de Bogotá en Leticia. Territorio amazónico donde convergen las fronteras de Perú, Brasil y Colombia. Allí, harto de escuchar bachatas y clásicos temas latinos de discoteca, en medio de un calor opíparo y frondosos y penetrantes olores, compré una copia pirata de In utero en un mercadillo. Y, ciertamente, aún me cuesta expresar lo que sentí al escuchar a todo volumen en la habitación de mi hotel «Serve the servants».

¡Dios! Ese tema era una bestialidad. Una canción parecida a un verso de Lautreamont o a un aullido de Rimbaud herido. Kurt parecía haberlo grabado allí mismo. En un lago o una jungla. En medio de territorios perdidos habitados por canibales, animales feroces, rifles y lanzas.

Aquel álbum sonaba mucho más rugoso y real que Nevermind. Un disco, sí, perfecto que combinaba sensibilidad y dureza como pocas veces se han visto pero que en absoluto poseía el espíritu cavernario de In Utero. Una obra mucho más peligrosa. Casi un rugido. Un mordisco en la piel del oyente. Un grito de auxilo de un alma en pena, Kurt Cobain, que no me extraña que quisiera en principio titularlo I Hate Myself And I Want to Die (Me odio a mí mismo y quiero morir).

Obviamente, días después, estaba yo recorriendo el Amazonas emulando guitarrazos con mis manos y dejándome crecer el pelo mientras escuchaba un disco con el que nunca, eso sí, volví a sintonizar tan profundamente como en aquellos días. 

Además de encontrarme lejos de europeos que hubieran podido interferir con sus opiniones críticas o elogios mi experiencia personal con In utero, tuve la suerte de que ya había pasado el tiempo suficiente para poner a la banda en contexto. Escucharla por una profunda necesidad mía y no tanto por la perniciosa influencia de los mass-media y la industria musical contra la que Kurt intentó luchar y rebelarse con extrema impotencia. Como el pez  atrapado en un acuario que no encuentra otra forma de salir de su prisión que empujar el recipiente y caer al suelo.

En realidad, In utero es una obra sobre el desorden y el caos. Es casi un aborto. Un disco sobre la desilusión en la que el escepticismo no es importado. Es totalmente crudo y real. Es palpable como un pulmón desbocado. Una angina que va salirse de la garganta. 

In utero es una mezcla entre un disco realizado por una tribu en extinción y un grupo de jóvenes tocando justo antes del comienzo de una guerra nuclear. Es una cacería. Un exorcismo del alma de Cobain. In Utero suena a hardcore nihilista. Es rabia. Brujería.  Cuando lo grabaron, Nirvana podían haber compartido escenario con Sepultura, Slayer, Fugazi o Testament y tumbar a todas esas bandas a los puntos. Porque por aquel entonces, eran feroces. Estaban desatados. Lo que hacían removía las viceras. Hacía emerger sangre de los oídos. Era un disparo en el puto centro de la cabeza de sus oyentes.  

Lo más fuerte de todo es que, a pesar de que In utero es una barbaridad, en realidad, el disco publicado es bastante menos visceral del que grabaron junto a Steve Albini en el Pachyderm Studio de Minnesota. Kurt y compañía descartaron algunas de las tomas grabadas junto a Albini porque eran excesivamente crudas. Y se vieron obligados a contratar a Scott Litt para dar brillo y barniz a ciertos temas que sonaban aún mucho más oscuros y tétricos. Ideales para inspirarse antes de mandar a tomar por culo a medio mundo.

En cualquier caso, la esencia de lo grabado con Albini pervive en las entrañas de In Utero.  Un disco rabioso. Furia pura. Ideal para escuchar antes de llevar a cabo una guerra en medio de una ciudad moderna. Los stripteases líricos y emocionales de Cobain aún siguen emocionando. Los frenéticos mareos de su alma hundida casi que pueden sentirse, tocarse en In Utero. Considero, por ejemplo, que «Rape me» más que un alegato contra la violación, era una exposición de su psique profunda. Sus miedos y neurosis no resueltos. Una sadomasoquista confesión de su necesidad de ser violado. Servir a los sirvientes. Salir de una vez de este mundo que lo había encumbrado a ídolo cuando no era más que un hombre profundamente sensible, angustiado y desesperado, sin control sobre su vida.  Shalam

الحكمة ليس لها عواطف

La sabiduría no tiene pasiones

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1ºimagen…..musculos, instestinos transparentes en una oferente……..
    2ºimagen……siempre lo he visto muy forzado…..
    3ºimagen……michael jackson si que me gusta…….
    4ºimagen……tres «colguetas» y un huron al fondo….
    5ºimagen…..juguete para estudiar anatomia…….
    PD……https://www.youtube.com/watch?v=po0jY4WvCIc..pepsi generetation…..m.jackson…(billie jean)….quincy jones………

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Cartel para anunciar una obra sobre la ambiguedas sexual llevada a cabo por La Fura dels Baus. 2) No es tu estilo. Me queda claro. Nirvana y Crazy Horse no están de hecho tan lejos. 3) Hubiera sido sensacional ver a Neil Young tocar con Nirvana como lo hizo con Pearl Jam 4) Fotografía en la que se inspira Peter Bagge para realizar algunas viñetas de Odio. 5) huesos descompuestos en plena Amazonia. Canibalismo. PD: el anuncio es maravilloso. Lo he visto tres ocasiones. Me gustaría verlo más. No me canso. Genial.

      Responder

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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