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Sátiro anal

Ago 13, 2021 | 3 Comentarios

Dalí era la reencarnación de Dionisos en la tierra. El rostro del Dios Pan. La viva imagen del espíritu carnavalesco. Un sátiro salido de un jocoso lienzo erótico guardado con llave por varios monjes libidinosos en un monasterio. Su bigote era una mezcla entre una arpa cubista y las alas de una mariposa oscura.

Dalí se inventó a Frank Zappa y a Alice Cooper. Estoy seguro de que ambos surgieron de una de sus pesadillas. Como también lo estoy de que los happenings o las performances fueron experiencias artísticas que brotaron de sus cabellos tras lavárselos con un brebaje compuesto por heces fecales, petalos de margarita, aceite y agua de manantial.

Me basta mirar una fotografía de Dalí para sentirme vivo y experimentar el peligro. Como si estuviera en medio de una selva rodeado de rinocerontes y hormigas asesinas. Dalí nos enseñó que el ser humano no se encuentra completo sin su faceta delirante. Que la vida es pantomima. Obra de teatro. Que los colores podían ser tan profundos e indescifrables como los mitos.

Dalí era un mimo. Un histrión. Y también un sabio. Alguien muy lúcido que diferenciaba entre moscas inteligentes y sin clase, era capaz de distinguir una mancha vital en una camisa de otra deprimida y de calibrar la calidad del aire de las salas y habitaciones donde se crearon algunas de las más grandes obras de arte. Su despliegue mental y físico era tan grande y avasallador que ayer, por ejemplo, leí en un breve texto de Osho que nadie es capaz de dar dos pasos al mismo tiempo y pensé para mis adentros que el místico hindú estaba equivocado porque Eugenio Salvador Dalí sí lo era. De hecho, no solo dos sino tres o cuatro y hasta a veces incluso cinco.

Dalí es inagotable. Tengo para mí que muchos de los discos de Pink Floyd los soñó él décadas antes de que fueran grabados. No hay mejor droga que Dalí. Sus palabras son parecidas al LSD. Nos llevan de viaje a otros mundos al poco de escucharlas. Y su aspecto nos conduce a un confuso estado mental ideal cercano al del sueño lúcido.

Dalí era una carta astral en movimiento. Un personaje de tarot que iba caminando a su antojo por la baraja y encarnaba distintos roles a su antojo. En realidad, era un mago. Calificativo que no digo en broma. Porque tenía la capacidad de convertir cada instante en sagrado. Hacernos sentir en su presencia como los integrantes de las antiguas culturas podían sentirse al rodear al chamán o escuchar las palabras dictadas desde una colina de un hombre-animal enmascarado.

En fin. El artista catalán era un hombre tan carnal que parecía pintar con sangre de cerdo y caminar entre heces fecales y muslos de vacas. Y por eso no me ha sorprendido en absoluto leer su opinión sobre la pintura abstracta en Los viejos cornudos del arte moderno. Al contrario, me parece completamente consecuente con su vida y obra.

Ahí la dejo: «no estaría de más tener a ojo la pintura abstracta. A fuerza de convertirse en abstracta, su valor monetario también pasará a ser abstracto. Hay grados en la maldición de la pintura no figurativa: está el arte abstracto que tiene un aire muy triste; pero lo que es aún más triste es un pintor abstracto; la tristeza se vuelve dolor cuando tropezamos con un aficionado a la pintura abstracta; pero todavía hay algo peor y que no deseo a nadie: ser crítico y experto en pintura abstracta. A veces, ocurre una cosa realmente asombrosa: la crítica es unánime en afirmar que algo es muy bueno o que algo es muy malo. ¡Entonces, ya podemos tener por cierto que todo es falso!».

Más, eso sí, me ha sorprendido leer esta reflexión de Monsieur Édouard Cordier sobre política que aparece en su novela simbolista Rostros ocultos. Más que nada porque posee una vigencia espectacular. Lo cual nos alerta sobre lo absurdo que no es considerar a Dalí un puto genio. Uno de los más grandes del siglo XX.

Ahí la dejo: «¿Sabemos actualmente cuál es nuestra derecha y cuál nuestra izquierda? ¡No, (…) no tenemos ni la más ligera idea!  Cuando yo era joven, todavía era posible formarse una opinión respecto a los grandes acontecimientos con arreglo a la ideología del partido político a que se perteneciese. Pero esto ya no es posible hoy. Se lee una noticia sensacional, vital, decisiva, en un periódico… y no hay manera de saber si es buena o mala hasta que los especialistas del propio partido político hayan meditado sobre ella para ofrecemos una decisión y una interpretación. De otro modo, correríamos el riesgo de ponernos en ridículo y de formar exactamente las mismas opiniones que los periódicos de nuestros peores enemigos políticos han de exponer al día siguiente». Shalam

الحمقى يضحكون على الآخرين. حكماء أنفسهم

Los tontos se ríen de otros. Los sabios de sí mismos

3 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1ºimagen:….don salvador dali con su muleta en la barbilla…………(jirafa)….
    2ºimagen:……..(es-to esss un diss-pá-rooo a-tó-mi-cooo)….jajajjjj
    3ºimagen:….ellll ga-to allll a-gu-a………
    4ºimagen:….torero rompe huevos entrando a matar….cruce…….(el niño de figueras)
    5ºimagen:…..de absoluta y rigurosa moda (india)…..la utilizacion del elefante es haciendo sus patas muy delgadas al final a lo de don alberto giacometti…..jajajjjj…..(el de miquel barcelo lo sostiene de la trompa erecta)…………………..
    PD:….https://www.youtube.com/watch?v=Q3c-VAcOC1M—-un perro andaluz—-21´—-¿la moda era el tango?… y ¿alemania?……..

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  2. Alejandro Hermosilla

    1) Rococó animal performer. 2) Óxido ribonucleico. 3) El día que Dalí vio una fotografía de Man Ray. 4) Luis Felipe Dominguín. 5) Paseillo comarcal. PD: Vaya. Increíble. Nunca -no sé bien por qué- había pensado que Un perro andaluz tenía banda sonora. Probablemente porque las imágenes eran tan contundentes que me hacian olvidar la música. Lo escucharé durante la próxima semana con atención.

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  3. andresrosiquemoreno

    jajajjja…luis miguel dominguin….cojonudo…..me suena a john lenox al loro y a colocarse….jajajjjj

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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