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Concrete

Sep 20, 2020 | 2 Comentarios

Concrete es un personaje delicioso. Aunque en su momento, cuando Paul Chadwick lo dio a conocer en Dark Horse, el calificativo exacto para definirlo era el de revolucionario. Ante todo, porque vivíamos en la era de la Secret wars. Los superhéroes eran básicamente gigantes épicos indestructibles (caso por ejemplo de Los vengadores) cuyas tragedias personales se supeditaban a sus batallas y poderes. Motivo por el que los guionistas no terminaban de extraer todo el potencial dramático que, realmente, poseían personajes tan carismáticos como Bruce Banner (El increíble Hulk) o incluso Peter Parker (Spiderman). Algo que iba a cambiar rápidamente. El primer número de Concrete se publicó en 1986 casi al mismo tiempo que Alan Moore daba a conocer Watchmen y Frank Miller narraba el descenso a los infiernos de Matt Murdock (Daredevil). Y, como se suele decir, desde entonces nada fue igual.

Dicho esto, lo cierto es que la creación de Chadwick no tenía demasiado que ver con las de Moore y Miller. En realidad, con las de prácticamente nadie hasta ese momento. Porque Concrete era una obra llena de humor. Se encontraba plagada de deliciosos gags. Era un cómic un tanto naíf que no había sido creado para cambiar la historia del género sino para pasar un buen rato y divertir. Algo que conseguía sobradamente. De hecho, hoy en día en que ya es mucho más habitual encontrar líneas argumentales como las que presentaba Concrete, sigue resultando muy gozosa su lectura. Y me resulta inevitable lamentar que Chadwick no se volcara aún más en su creación, por más que soy consciente de que, posiblemente, de haberle dedicado una serie regular durante más tiempo del necesario, su narración hubiera perdido gran parte del encanto que irradia.

En realidad, Concrete funcionaba a muchos niveles. Podía ser leído perfectamente, por ejemplo, como una parodia de los cómics de los superhéroes. De hecho, el típico arco argumental donde se narraba la transformación de Ronald Lightgow en Concrete podía ser interpretado como un homenaje pero, asimismo, como una broma jocosa que se reía en voz baja del origen de muchos de los titánicos héroes de la Marvel y D.C. Probablemente porque, tras el aparente tono serio utilizado por Paul Chadwick, existía mucha sorna. Motivo por el que era posible imaginar aquella historia de abducción extraterrestre tanto siendo llevada a la pantalla grande por M. Night Shyamalan como apareciendo en medio de míticos libros de la ufología pero también vislumbro que podría perfectamente haber sido ridiculizada en uno de los cómicos y salvajes sketches de Saturday night live.

En cualquier caso, creo que lo que convirtió a Concrete en un cómic adictivo y diferente fue, sin dudas, el carácter de su personaje. Básicamente porque, a pesar de que, tras ser secuestrado por unos extraterrestres junto a su amigo Michael, su protagonista, Ronald Lightgow, alcanzaba un inmenso poder, esta fortaleza le traía más inconvenientes que gozo. Así que lo mejor de Concrete radicaba en que su autor no se centraba tanto en las hazañas y batallas de un supuesto superhéroe (no creo además que esa palabra defina exactamente lo que Concrete es) sino en su vida cotidiana. De hecho, los desafíos de Concrete no eran tanto derrotar a supervillanos (puesto que o bien no existían o bien no aparecían) sino en adaptarse al mundo real. Llevar a cabo su vida con cierta normalidad. Siendo, por consiguiente, tan importante para él tener el dinero suficiente para pagar las facturas como encontrar un hobby con el que distraerse y ejercitarse. Algo que aportaba al cómic amplias dosis de extrañeza y familiaridad. Puesto que los grandes enemigos de Concrete eran las personas normales y corrientes y los problemas cotidianos que se veía abocado a enfrentar debido a su cambio físico. Era contratado, por ejempo, como extra para rodar una película y se encontraba más agobiado por los cambios constantes de directores, las exigencias de los productores y la letra pequeña del contrato que por cualquier amenaza exterior. Intentaba rodar un documental naturista y era saboteado por los típicos oportunistas. Se dirigía voluntarioso a realizar una obra de caridad y era manipulado por unos cuantos periodistas o los granjeros que le habían pedido ayuda. Además, echaba de menos su vida pasada y, aunque cumplía al fin su sueño de poder viajar a los más exóticos parajes y realizar turismo de aventura, se encontraba con miles de inconvenientes que lo frustraban. Y por si fuera poco, llegaba incluso a desafiar a la ley y al ejército, para revelar su identidad a su madre antes de la muerte de ésta. Un gesto que, obviamente, lo diferenciaba de los superhéroes tradicionales cuya personalidad real (salvo excepciones, como Los 4 fantásticos) era sagrada y desconocida incluso para sus familiares cercanos.

Realmente, Concrete no era diferente de ninguno de nosotros en su interior pero sí lo era en su exterior. Era casi más una víctima que otra cosa, pero no se quejaba demasiado. Intentaba disfrutar su paso por el mundo, a pesar de las múltiples contrariedades a las que se enfrentaba diariamente. Había algo casi zen en su forma de entender la vida, un toque budista, que sin embargo no tapaba del todo los agujeros existenciales del personaje. Sufría un ataque de celos cuando recordaba a su antigua pareja, se sentía impotente de no poder darle el cariño necesario a la doctora Maureen Vonnegut y experimentaba todo tipo de frustraciones debido a su desconocimiento del funcionamiento de su nuevo cuerpo. De hecho, uno de los más memorables episodios de la breve serie regular era aquel en el que aparecían unas protuberancias en su cráneo que iban creciendo hasta parecerse a unos cuernos de alce o a las ramas de un árbol, que nadie se atrevía a extirpar por temor a que erradicarlas le produjera un daño irreparable. Lo que provocaba todo tipo de situaciones cómicas y ridículas que no eran para nada habituales en los cómics de superhéroes hasta que Paul Chadwick dio a conocer su criatura en el mercado.

En fin. Afortunadamente, a pesar de que su prestigio y carácter de obra de culto no ha cesado de crecer, Paul ha logrado mantener inmaculada su principal creación durante las últimas décadas. Básicamente porque su principal sustento económico ha procedido de sus colaboraciones regulares en múltiples cómics como los de la saga Matrix que, por más innovadores que pudieran ser, desde luego, no poseían el inocente encanto de Concrete. Una especie de irónica y divertida telecomedia sobre la vida de un monstruo cuya afabilidad lo convertía en freakie o mascota doméstica del público en la que además, Chadwick lanzaba todo tipo de dardos contra los mass-media y el Apocalipsis tecnológico. Algo que, en cualquier caso, siempre llevaba a cabo sin excesiva furia y con un tono irónico sumamente inteligente. Una de las características que entiendo fueron esenciales para convertir a Concrete en un cómic especial que no tardó en engatusar al público adulto y convertirse en uno de los buques insignia de Dark horse. Shalam

الترفيه من أهم الأشياء في الحياة

El entretenimiento es una de las cosas más importantes de la vida

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1ºmagen: kaspar hauser no se habia puesto en pie nunca………..su primera vez fue a los 16 años……….
    2ºimagen: «la paz de mi dulce hogar»……….el perro se sustituye por un conejo blanco(david ynch)…….
    3ºimagen: la manga esta llena de concretos (arena+cemento+h2O)…………..
    4ºimagen: en algunos edificios el arquitecto hace los balcones para una sola persona….(la imaginacion se atreve a todo)………….
    5ºimagen: la lluvia se puede destruir con mas lluvia no con oxigeno2 (breve explicacion: concreto no se puede destruir con agua…….concreto se puede destruir con concreto……………….

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    • Mercader

      Buenísima la imagen de Kaspar Hauser. O más bien, la referencia a Kaspar. También la de David Lynch. jjaja.. gracioso lo de los balcones para una sola persona. La imaginación se atreve a todo. Concreto se puede destruir con concreto. Breve explicación concreta puesta en el borde del libro de cromos de concreto.

      Responder

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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