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La conciencia psicodélica

Ene 16, 2014 | 0 Comentarios

Últimamente, he estado leyendo La nueva conciencia psicodélica de Terence McKenna. Un libro realmente sugestivo. Creo de hecho que muchas de sus afirmaciones sobre las drogas psicodélicas deberían ser más tenidas en cuenta de lo que lo son actualmente. Es obvio que, dado el torrente de imágenes y conceptos que utiliza, resulta difícil seguir los razonamientos de McKenna o empatizar con cada uno de sus postulados (más si no es muy frecuente para el lector consumir ácidos) pero esto no tiene por qué invalidarlos. No sé por ejemplo si el mundo sería un mejor lugar, si se hubiera volcado en la aventura alucinógena pero intuyo que sería más libre, pacífico y amoroso. No habría provocado en absoluto más muertes o peligros que los generados, por ejemplo, por el uso habitual del automóvil. Y probablemente, algunas de las preguntas que nos hacemos actualmente, habrían hallado respuesta en nuestro viaje interior.

He querido seleccionar varios pasajes que me han llamado la atención de su libro que dejan claro que muchas de sus propuestas se encontraban adelantadas a su tiempo. Poseían cierta relevancia cósmica y mística y creo que podrían perfectamente haber sido pronunciadas por un personaje de Philip K. Dick o haber dado lugar a una saga galáctica llena de pasadizos temporales. Lo que da idea de lo próximos que estuvieron durante una época los anhelos del alma humana por emprender una aventura espacial de las filosofías y corrientes alternativas que propugnaban un constante desarrollo y evolución de la conciencia por medio de la experimentación psicodélica. Maridaje que conforme fue separándose, generó y ahondó en esa sensación de paranoia, esquizofrenia y frustración que hasta ahora ha caracterizado los primeros años del siglo XXI. Algo lógico, teniendo en cuenta la incapacidad de la humanidad de expandirse físicamente hacia otros lugares y el hecho de que tengamos negada en parte la posibilidad de experimentar con sustancias que nos podrían conducir internamente a otros planos espirituales y dimensionales. Y acaso pudieran -siempre que fueran bien usadas y bajo control médico- proporcionarnos un conocimiento amplio de nuestro sistema de vida.

Ahí las dejo:

«Ahora parece que estamos llegando a un punto donde podemos codificar el espacio y el tiempo, pero la evolución de la conquista del espacio por medio del movimiento nos permite trazar los mapas de todo el mundo. La cultura se está convirtiendo en una entidad hiperdimensional que cumple con el programa biológico de la vida. Cualquiera sea esa vida, se transforma a si misma a través de una serie de dimensiones, y se traslada por medio de sus propios esfuerzos de una dimensión a la otra. Se puede comprobar que la cultura humana actual tiene una doble dimensión excesiva o tiene una chatura excesiva. ¿Cuánto mide el edificio más alto del mundo, trescientos metros? Y por lo general la mayoría de los edificios mide seis metros; pero ahora nos proponemos construir colonias espaciales donde la noción de la altura del edificio no existe porque el mundo es el edificio y el edificio tiene ochenta o ciento sesenta kilómetros de largo».

«Podemos grabar prácticamente todo lo que queremos sobre cualquier evento y volver a verlo más adelante. Todo esto tiene una síntesis, que lleva al descubrimiento de la dimensión interior, que puede ser considerada como una dimensión superior o inferior. La imaginación humana es la dimensión que está más allá del espacio y del tiempo, o que precede a toda dimensión. A cierto nivel posee características críticas; por eso toda esta discusión sobre el holograma, porque tiene las características críticas de la nueva conciencia».

«Creo que la tecnología nos empuja hacia esto. No hay contradicción entre el equilibrio ecológico y la migración al espacio, entre la hipertecnología y la ecología radical. Estos temas sirven para distraer la atención: la verdadera entidad histórica inminente es el alma humana. El cuerpo de simio nos ha servido para llegar hasta este momento de liberación, y servirá siempre como referente de la propia imagen, pero estamos cada día más cerca de existir en un mundo concebido por la imaginación humana. Esto es lo que se quiere decir con el retorno al Padre, la trascendencia de la physis, la extinción de la prisión de hierro gnóstica universal que atrapa la luz: nada menos que la transformación de nuestra especie». Shalam

ما حكّ جْلْْْْْدك مثل ظْفرك

La gotera cava la piedra

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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