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Cien años de soledad

Sep 23, 2020 | 3 Comentarios

Estoy disfrutando mucho con las lecciones que está impartiendo Jesús G. Maestro en su canal de youtube sobre Cien años de soledad. Básicamente, me encuentro totalmente de acuerdo con su lectura de la obra. Pier Paolo Pasolini la consideró una novela demagógica llena de lugares comunes propios del manierismo barroco hispaoamericano. Una narración atropellada, plagada de prolijas invenciones y trucos de feria, muy apropiada para ser llevada a la gran (o pequeña) pantalla por alguna productora norteamericana. Algo que no se encuentra lejos de ocurrir puesto que, desde hace meses, sabemos que Netflix ha anunciado una serie basada en la mítica historia protagonizada por el coronel Aurelio Buendía. Sin embargo, aunque entiendo por dónde va y a lo que se refiere Pasolini, no coincido con él.

Creo que el cineasta italiano se dejó llevar por sus prejuicios, el inmenso abalorio lingüístico forjado por García Márquez lo despistó y no supo ver la naturaleza profunda de un libro cuyo título aludía con claridad y sutileza al tremendo sentimiento de orfandad experimentado por los ciudadanos hispanoamericanos tras el parricidio cometido por Simón Bolívar contra el estado español. Un violento acto cometido contra las entrañas de la América hispana que si bien le fue vendido a los miles de habitantes de Venezuela, Colombia, Bolivia y el resto de países que participaron del airado estallido, como una liberación, fue probablemente, en el fondo, el comienzo del fin para muchos de ellos. O más bien, el inicio de esa sempiterna sensación de fracaso y derrota que se encuentra profundamente implantada en el corazón de la hispanidad. Algo lógico porque esas Independencias fueron una hendidura por la que España se partió en múltiples trozos y se debilitó. Oportunidad que aprovechó el imperio anglosajón para someter económicamente territorios diversos que, de encontrarse unidos, hubieran sido infranqueables.

Jesús G Maestro lo repite varias veces durante sus lecciones y no puedo estar más de acuerdo. Las desgracias actuales de Hispanoamérica, muchas de sus perversiones, continuos golpes de estados, crisis económicas, (las cuales quedan perfectamente reflejadas en la novela de García Márquez) son producto de haber convertido a un traidor (Bolívar) en un héroe; a un inconsciente revolucionario en un mártir. Una garantía de que todas las instituciones que surgieran en los nuevos estados estarían carcomidas por el profundo hedor de la corrupción.

En realidad, Cien años de la soledad es un relato de orfandad. Una radiografía despiadada de lo que supone crecer sin padre (España) en una tierra dejada de la mano de Dios (América) donde la ley que se instituye e impera es o bien la del más fuerte o la del que más posesiones y dinero tiene. Sin padre, sin moral, sin historia, sin un estado fuerte velando por los ciudadanos, todo, absolutamente todo queda carcomido y básicamente, los ciudadanos quedan enfangados en el lodo de la locura y la psicopatía.

Pier Paolo Pasolini se equivocó al vislumbrar Cien años de soledad como un caótico, tópico y típico fresco kitsch. Porque, en realidad, es una obra aterradora que logra, eso sí, que gracias a la ironía del narrador, el shock quede un tanto atenuado. Pero, en realidad, García Márquez no está contando nada afable ni amable. Está escarbando en el vacío y en el delirio. Está describiendo el horror, el caos. Aquello que queda en un mundo sin estado: el incesto, la violencia, la estafa, el timo, el oprobio, el libertinaje y la sumisión a la mentira y a la estupidez. Esa tremenda psicosis que ha provocado, por ejemplo, que múltiples individuos de México, Perú, Chile, Honduras o Colombia con apellidos españoles (Obrador, Sánchez, Pérez, Nieto, Fuentes) consideren que España y los españoles somos responsables de los males de su naciones sin tener en cuenta que descienden precisamente de padres, abuelos o bisabuelos españoles. Que fueron sus ancestros los conquistadores o los emigrantes o los responsables directos de su situación pero no los de muchos peninsulares que nunca pisaron América. Así que, finalmente, atacando a España y a los españoles, en realidad, se están atacando a sí mismos. Siguen contribuyendo a propagar el sentimiento de autodestrucción que ha agrandado la separación que existe entre dos mundos que fueron uno durante siglos para mayor goce y disfrute de Inglaterra, Estados Unidos, Francia, Holanda o Alemania; de los funcionarios de Bruselas y los esbirros de Biden, Trump o quien quiera que sea el nuevo presidente de los Estados Unidos de América. Una nación que, a diferencia de nosotros, fue capaz de unir los diferentes fragmentos en los que se encontraba separada para hacerse más fuerte y que, desde luego, se alegraría mucho si España se suicida y decide fragmentarse aún más. Shalam

إن خداع جماعة أسهل من خداع رجل واحد

Es más fácil engañar a una colectividad que a un solo hombre

3 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1ºimagen: carga de los mamelucos…………
    2ºimagen: el general palafox y agustina de aragon………..
    3ºimagen: los ultimos de filipinas……..
    1º+2º+3º= guerra de la independencia………….(estoy viendo poco a poco los youtube de jesus g. maestro, hay bastantes de los 100 años de soledad………………….

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  2. andresrosiquemoreno

    1ºimagen: la carga de los mamelucos……………
    2ºimagen: el general palafox y agustina de aragon…………….
    3ºimagen: los ultimos de filipinas…………
    ……….las 3 imagenes = guerra de la independencia………..(estoy viendo poco a poco los youtubes de jesus g. maestro de los 100 años de soledad)……………

    Responder
    • Mercader

      Muy buenos los títulos. Sobre todo, el de la carga de los mamelucos. En cuanto a las lecciones de Jesús G. Maestro pues no sé si te gustarán. Lo mejor es cuando da su opinión sobre la vida en general. Concuerdo en mucho con él. También su lectura de 100 años de soledad es buenísima. Pero creo que sus opiniones son la miga de todo.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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