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Loco

Oct 12, 2016 | 0 Comentarios

Trout Mask Replica es uno de esos discos sobre los que hay tanto escrito que parece estéril añadir una sola palabra más. De hecho, creo que es una de esas obras sobre las que se acostumbran a leer más opiniones y críticas que tiempo se dedica a escucharlas o disfrutarlas. Algo lógico porque hay que levantarse con un humor especial para hacerlo. Estar en medio de un cuelgue fuerte en el desierto, participando en una orgía de obesos o encerrado en una cueva. A mí, por ejemplo, sus blues entrecortados me hacen rememorar la silueta y caminar de un escarabajo. Alguien menciona en cualquier parte Trout Mask Replica y, al momento, aparece ante mis ojos la imagen de un negro escarabajo que camina con dificultad por un paisaje rocoso cuyo paso no es ligero ni fluido sino más bien trabado. Como si tuviera una pata herida o estuviera cargando un gran peso. Un escarabajo que se encuentra solo y cuando descansa o se tumba sobre una hoja a roerla parece dialogar con un grupo de  hormigas como si fueran compañeros inmemoriales.

iberodocardion-lorquiniiEn fin. Tan asociado tengo Troust al escarabajo que casi que considero el disco en su totalidad, la banda sonora del recorrido del insecto por esos parajes solitarios llenos de matas secas y piedras descompuestas. Algo que, aunque supongo que complacería realmente a Captain beefheart, no sé si ayuda a comprender la grandeza real de este disco. Un hecho del que tomé conciencia indirectamente. Es decir; cuando me encontraba realizando una inmersión en la música de Tom Waits. La primera de decenas que vendrían después. Estaba yo realizando constantemente cabriolas mentales escuchando una y otra vez Swordfishtrombones, Franks Wild years y Bone Machine cuando, buscando referencias similares, me adentré en este agujero de insectos y buff… la sorpresa fue descomunal. Básicamente, porque ahí estaba el germen de la música y los experimentos de Waits. ¡Ahí estaba su alocada raíz de tintes dadaistas y subversivos!

De hecho, había temas de Trout perfectamente intercambiables con muchos otros de la discografía de Waits. Y todavía hoy, si me dijeran que salvajadas como «Wild life» o «She’s Too Much For My Mirror» pertenecen al crooner norteamericano y forman parte, por ejemplo, de Real Gone o Hearattack and Vine, me lo creería. Porque prácticamente tanto sus voces como esos acordes terrestres de guitarra son indistinguibles y sin obviar el inconmensurable talento de Waits, es indudable que cuando se decidió a dar el salto que lo convirtió en una bestia experimental, una leyenda de la más trasnochada experimentación, más que zambullirse, diría que se bebió a pequeños y grandes sorbos Trout del principio al final. O aún más que eso, creo que Tom Waits se desayunó este disco, se lo comió y se lo cenó y tuvo sueños y pesadillas con él diariamente hasta que se decidió a homenajearlo y extender su influjo por una obra que sin Trout sería mucho más difícil de comprender y delimitar. Y, desde luego, no se hubiera desarrollado de la forma soberbia en que lo hizo cuando desdobló su voz e imagen, la fragmentó, la recompuso y la volvió a desfragmentar para dar forma a esa acuarela tenebrosa, circense, surreal y marítima llamada Swordfishtrombones.

tumblr_noaasx6j871r4zpvio1_1280Volviendo a Trust -o el disco del escarabajo- es obvio que no se puede obviar la influencia de su productor: Frank Zappa. Se sabe que, como suele ocurrir entre genios y personalidades fuertes, la relación entre Frank y Captain se complicó con el tiempo pero al menos en lo que se refiere a este disco en concreto, debía fluir perfectamente en la parte artística. Conociendo a Zappa, no resulta difícil imaginarlo absorto y serio al escuchar las bolsas de ácido comprimidas que conseguían extraer Beefheart y su banda. Dando en voz baja consejos y animándolos a ir un paso más allá de sus propios límites, deconstruir las canciones aún más y animarse a grabar esos fragmentos absolutamente aleatorios del disco que son una mezcla rara entre la música de cámara, el free-jazz e improvisaciones discordantes. Pura locura a mitad de camino del spoken word, un comercial de baqueros o tabaco y un dibujo de la mente de un hippie cabreado.

En fin, intuyo que, previamente a su contacto con Zappa, Captain Beefheart eran ya una joya. Una canción de Bo Diddley interpretada a doble velocidad y ritmo. Arte bruto y primitivo. El punk mucho antes del punk. Hard rock bluesero justo antes de que el hard rock se comenzara a desligar del blues o a transformarse en «otra cosa». Un lienzo de Rauschenberg deformado por la mano de tres o cuatro músicos en Woodstock. Pero, seguramente, Zappa además de contribuir a liberarlos totalmente, ahondó más en la locura que traslucía su arriesgado proyecto estético, le dio ciertos toques arty y lo dotó de unas ondas experimentales que aún lo hacen contemporáneo nuestro. De hecho, Trout es disco que no habla tanto de libertad sino de la ausencia de esta. Es más, mucho más la casa de Charlie Manson incendiándose que el ácido extendiéndose por los integrantes del Flower Power. Aunque pertenece a ambos ámbitos porque, en esencia, es un disco múltiple a pesar de su rocosidad. Su carácter de piedra. Pudiendo servir tanto como manifiesto apolítico y cervecero como banda sonora del movimiento anarquista.

710115detroit8No resulta fácil encontrar el día -ya lo dije- para escuchar Trout Mask Replica pero cuando esto ocurre, desde luego, hay que aprovecharlo. Porque Trout es un eslabón perdido a mitad de camino de muchos mundos. Representa el encuentro entre los beats y la cultura del ácido. Las marcianadas de John Coltrane y Ornette Coleman con los cuelgues flotantes de los grupos hippies. Un cruce impuro entre la música de los clubs y el blues. Entre la pintura dadaista y las bandas sonoras cutres (pero deliciosas) de la ciencia ficción de serie B.

En realidad, el disco es casi más una colección de lienzos abstractos que una de canciones. Y resulta por ello natural que Donald Glen Vliet (el verdadero nombre de Captain Beefheart) se dedicara los últimos años a la pintura. A componer cuadros cuya observación define tal vez mejor que cualquier palabra aquello a lo que pretendían referirse una serie de temas parecidos a granos de trigo que aludían explícita o implícitamente a referencias capitales de la cultura a las que hacían danzar en torno al fuego de rock abrasivos donde se destruían y reconstruían continuamente.

474125-0Realmente, no sé si es mejor escuchar Trout Mask Replica en medio de un atasco o en una negra montaña. Y tampoco tengo ganas de saberlo. Básicamente, porque lo considero el disco de la continua negación. Nunca es lo que parece ni lo que pretende ser. Pero tampoco es nihilista. Por ejemplo, sus tonadas dedicadas a rememorar la memoria de los tiempos de los piratas no creo que enaltezcan su leyenda pero tampoco la oscurecen. No son chistes pero tampoco son baladas épicas. Y, al mismo tiempo, reflejan perfectamente el alma descompuesta de aquellos bandoleros marítimos porque, ante todo, Trout Mask Replica es la INTUICIÓN. Un catálogo de piezas sonoras que más que redefinir el rock, aspiraban a redefinir la vida, permitiendo concebir imágenes ilógicas como un escarabajo haciendo el amor con un puñado de hormigas o un hell angel besando a un líder político del Black Power o un yuppie. Algo a mi entender absolutamente normal cuando se está bajo su influjo porque no tengo dudas de que cualquier persona podría llegar a realizar los más inesperados actos de ser obligado a escuchar durante varios días este pedazo de heno mojado. La Biblia del estertor contemporáneo. Shalam

إِذَا وَقَعَ الْجَمَلُ كَثُرَتِ السَّكَاكِينُ

El fondo del corazón está más lejos que el fin del mundo

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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