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Suspiro

May 13, 2017 | 0 Comentarios

De todos es conocido mi interés por la obra de Ángel Mateo Charris. Un corrosivo cofre que esconde un sinfín de fantasmas modernos en su interior. Y por ello me siento muy contento de haber participado en su nuevo proyecto: Pictionary island.

El pintor enviaba un lienzo diferente a distintos escritores y estos tenían que, al igual que ocurre con el popular juego, darle un título y elaborar un breve texto, ajustándose o no a la escena allí retratada, realizado obviamente de la manera más libre posible. En fin, dejo a continuación el que he redactado para la exposición. El cual, dejo claro desde ya, no es posible comparar con la impresionante imagen que me envió.

Ahí va:

«A pesar de ser uno de sus escritores favoritos, Luis Buñuel nunca se atrevió a realizar una adaptación de un cuento de Edgar Allan Poe. En su autobiografía El último suspiro, confiesa que durante años vivió obsesionado con llevar a cabo un film basado en El pozo y el péndulo. Pero cada vez que pensaba plantear esta idea a un productor, tenía el mismo sueño. Se veía a sí mismo, vestido con un capirote blanco, caminando en soledad por un monte rodeado por un profuso mar, en uno de cuyos recodos se encontraba con la muerte enfundada en un traje negro de peregrino. En voz baja, mirándola fijamente, Buñuel le comunicaba a la muerte sus deseos de realizar su obra. Pero ésta nunca le respondía ni le daba permiso. Situada frente a él, le impedía el paso durante horas, días y años hasta que, cuando ya anciano, las piernas del cineasta aragonés se doblaban e iba a expirar, le decía, casi susurrando, estas palabras: «disfruta el silencio».

Según Buñuel, esa simple frase se agolpaba como un torbellino en su mente y martilleaba su conciencia de tal forma que, cuando despertaba, siempre desistía de llevar a cabo su proyecto. Pues tenía la impresión que, de terminarlo, al morir, su alma vagaría entre mares y sombras, cuerpos abultados ensangrentados, sin escuchar una sola palabra durante toda la eternidad.

No obstante, con el paso del tiempo, comprendió que tal vez el recurrente sueño hacía alusión a que el final de su adaptación debía ser distinto al que aparece en el  cuento de Poe. Y por lo tanto, la mano que liberase al protagonista del relato de su cruento final en la fosa no debía pertenecer a la de un militar francés sino a  la muerte que aparecía en su sueño, la cual, alegremente, daría de este modo, la bienvenida al reino del más allá al protagonista del relato. Obviamente, según le confesó a su esposa, a pesar de haber descubierto el secreto de su visión onírica, ni siquiera entonces intentó iniciar la película puesto que, de hacerlo, no habría podido disfrutar de su propio silencio jamás. Habría traicionado a los dioses para congraciarse con los hombres». Shalam 

إِذَا طَالَتِ الطَّرِيقُ كَثُرَ الْكَذِبُ

Hay dos maneras de conseguir la felicidad: una, hacerse el idiota; otra, serlo

 

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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